004 Esa cosa llamada «jardín digital»

¿Qué es un digital garden?

Un jardín digital (digital garden) o segundo cerebro (second brain) —y aquí no distinguiré entre ambos— es algo así como un sistema personal para la gestión del conocimiento. Un espacio donde de un modo accesible pones todo lo que sabes, sabías o querrías saber, y por tanto todo lo que no sabes...

Las medianas y grandes empresas e instituciones, bajo unas y otras denominaciones y cubriendo unas u otras necesidades, suelen tener esos sistemas —o deberían—. Pero lo cierto es que hoy por hoy (2023) no existe un motivo razonable para que el resto del mundo (pequeñas empresas e instituciones, así como individuales) no lo tenga. Con todos los recursos disponibles online, muchos de ellos gratuitos con versiones incluso plenamente funcionales, el coste económico ya no es una economía de escala que pueda erigirse en barrera para disponer de ese segundo cerebro.

Puedes ver estas y otras opciones aquí.

¿Cómo funciona un digital garden?

Lo que antes era una conveniencia, es cada vez más una necesidad. La memoria humana es limitada, como un almacen o palacio mental que hay que gestionar eficientemente so pena de colapsar. Sin embargo, los conjuntos de información y conocimiento (información procesada) se cuentan por transfinitos desde el Álef-0 en adelante. Así que lo suyo es ir colocando todo en ese palacio mental bajo alguna organización que maximice el espacio y la (rápida) recuperación.

Explicaban Deleuze y Guattari en Mil Mesetas que:

«Sólo es retenido y conservado, así pues, creado, (...) lo que aumenta el número de conexiones».

Pues un digital garden sirve justo para eso: aumentar el número de conexiones.

Una conexión es, por definición, un enlace entre dos sucesos, dos estados, dos algos (de mundo a mente, o de mente a mente). En la mente o, acaso con más propiedad, dentro de tu cabeza (y sea lo que sea la mente, si es que es...), una conexión se genera cuando un algo deja huella en el cerebro. Esto puede suceder, en esencia, por la repetición, el esfuerzo o la emoción. Lo que repitas hasta la saciedad, lo que te traumatiza o atormenta, o lo que te costó sobremanera concluir, son huellas que fácilmente podrás recuperar; a contrario, difícilmente podrás olvidar. Pero, dejando al margen esta cuestión —cuándo se genera una huella— el pensar mismo ya es un ir desde un algo hasta otro algo, conexión tras conexión. Y dejando también al margen la cuestión de los modos del pensar (irracional, por razonamiento es más o menos lógico-proposicional, pictórico, a base de modelos, entre secuencial y narrativo...) lo cierto es que, en última instancia, todo se reduce a un ir desde aquí hasta un allí. Solo que a veces sé donde está el allí (probar), otras lo intuyo (mostrar), y otra ocasiones no tengo ni pajolera idea (descubrir). Así, que:

razonar, pensar, es eso: ir de una conexión a otra.

Y un digital garden (o second brain) es un entorno que favorece la escritura tal y como se piensa y, por tanto, la lectura de lo pensado (recuperación del pensamiento). Pues si bien todo parece indicar que el lenguaje mental vino antes (que el lenguaje hablado, y este antes ) que el escrito, también es bastante plausible que a fuer de escribir y escribir el humano ya piensa, si no en todo cuanto menos en parte, a través de la escritura.

Déjame pensar... —dices—, y coges un lápiz y un papel para hacer garabatos, números, palabras, figuras...

Los hipervínculos ad intra

Y si un procesador de texto al uso nos ofrece el WYSIWYG, un entorno como Obsidian nos ofrece algo así como WYSIHIT (What You See Is How I Think) y, por tanto y más importante, WIWIHIT (What I Write Is How I Think). Escribo como pienso y, es porque escribo como pienso que tu después puedes ver cómo pienso leyendo lo que he escrito; y además —claro— que yo puedo recordar lo que en su día pensé leyendo ahora eso mismo, tal y como trato de recuperar una recuerdo de mi palacio mental, por escasa que sea su huella.

El modo en cómo se produce ese favorecimiento del escribir tal y como se piensa (o del pensar a través de la escritura) es, en esencia, a través de hipervínculos, links o enlaces internos. Por ejemplo:

Si ahora mismo escribo (en Obsidian) dos corchetes abiertos se abre un menú desplegable con los títulos de la notas de de este jardín, e incluso de parágrafos dentro de esas notas, por lo que puedo establecer una conexión rápida, fácil e inmediata con un contenido previo que alguna vez estuvo en mi mente y ahora está aquí, plantado... A tal efecto no tengo más que seleccionar allá adonde quiero conectar y cerrar con dos corchetes.

Y también —y esto es más importante para el pensamiento creativo—, si ese contenido no existe como un algo previo, puedo generar una conexión hacia un hueco que luego rellenaré, tal y como si dejara un hueco en mi palacio mental para completarlo con algo que está por venir. Para hacer esto no tengo más que abrir los dos corchetes, escribir aquello que luego quiero desarrollar, y cerrar los corchetes. Automáticamente esto generará una nota en blanco cuyo título será ese «aquello que luego quiero desarrollar».>

Por si fuera poco, estas conexiones se muestran automáticamente en una red tridimensional (graph view) que sobrevuela sobre la típicas estructuras jerárquicas de directorios subdirectorios (carpetas subcarpetas). En ese grafo la estructura lo es a base de atractores, de entradas y salidas a y desde las conexiones.

La genial fricada del Markdown

El modo y manera en cómo se propicia ese favorecimiento escritural de las coexiones mentales es a través de un lenguaje de escritura tipo Markdown. Este, además, presenta una segunda ventaja no poco importante: su universalización, esto es, su fácil exportación a cualquier lenguaje basado en HTML sin pérdida de formato.

Porque la cursiva en Microsoft Word es cursiva para Microsoft Word y los programas compatibles, pero la asteriscocursivaasterisco en Markdown es la cursiva para todo HTML.

Enlaces interesantes

Obsidian

Digital garden / Second brain

Sincronización y publicación

Markdown

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Propiedades

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Personalización (CSS, HTML)

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